Cuentan
que a mitad del siglo dieciocho, en el llamado “Siglo de las luces” las ciudades
por un lado se llenaban de obras de arte y por otro, la población carecía de
las dotaciones más elementales que precisaban sus habitantes. Entre ellas el
imprescindible alcantarillado público que acabase con el uso de las calles como
vertedero de inmundicias, con aguas residuales que, en la mayoría de las veces,
las hacían intransitables. Cuando llegaba la fiesta del Corpus todo esto había
que darle una solución y para ello se traían plantas aromáticas que perfumara
el recorrido procesional del Santísimo Sacramento y alejara ese mal olor tan
desagradable.
Para la procesión del Corpus el itinerario se cubrían de juncia y romero, unas plantas que al pisarlas desprenden un agradable y perfumado olor digno de tan magna procesión, algo a lo que se sumaba el humeante incienso de las grandes solemnidades religiosas. Todo a fin de hacer gratos el honor y la gloria a Jesús Sacramentado, presente en la Hostia consagrada.
Para la procesión del Corpus el itinerario se cubrían de juncia y romero, unas plantas que al pisarlas desprenden un agradable y perfumado olor digno de tan magna procesión, algo a lo que se sumaba el humeante incienso de las grandes solemnidades religiosas. Todo a fin de hacer gratos el honor y la gloria a Jesús Sacramentado, presente en la Hostia consagrada.
La
fiesta del Corpus en Jerez se celebra desde antes del siglo XVIII pues se
conserva en nuestra ciudad un documento de 1604 haciendo referencia al orden
que deben llevar las Cofradías en dicha procesión. Una fiesta cargada de
historia que, tradicionalmente marcaba el inicio del verano dejando atrás ese
aroma floral que nos traía los últimos días de la primavera. Hoy los tiempos
son otros y la fiesta del Corpus en Jerez aunque sigue manteniendo su esencia
con el eje de la Eucaristía como centro de todo, muchas de las costumbres
tradicionales que giraban en torno a la fiesta han ido desapareciendo, y entre
ellas la presencia de la juncia y el romero que ha sido sustituido por la sal,
algo más propio de los pueblos costeros, y la viruta teñida, que si bien
embellece no proporciona ese olor tan característico de los Corpus de antaño.
Estamos
faltos de juncia y romero, juncia y romero para el Corpus y juncia y romero para
la sociedad en general. Como en un nuevo “Siglo de las luces” se siguen
llenando los interiores de tesoros pero las calles siguen oliendo mal, los
husillos están llenos de inmundicias con olores desagradables cada vez que se
levanta una alfombra. Hay que volver a perfumar el ambiente para que huela bien
nuestra sociedad, para que el oscurantismo deje paso a esos días que relucen
más que sol, como si todo el año fuese día de Corpus. Hay que volver a la
juncia y el romero para no tener que esquivar las alfombras, para que no nos de
miedo el poner los pies en suelo e ir avanzando sin titubeos, sino que lo
hagamos sabiendo que nuestra pisada será siempre para bien, para despejar el
aire de todo aquello que no resulta agradable. Hace falta perfumar el ambiente para
que no tengamos que sorprendernos con asuntos que apestan, con bajos fondos que
no traen nado bueno, con aguas residuales que nos sorprenda nada más que
escarbemos un poco. La corrupción, el maltrato, el asesinato, las injusticias
sociales siguen llenando nuestra sociedad de olores insoportables que hay que
combatir, son los husillos de estos tiempos que hay tapar. Hay que volver a
buscar aquello que nos haga agradable la respiración, esparcirlos por nuestras
calles para que, de una vez por todas, esto huela bien.
Y mientras todo esto
ocurre, un año más, en las entrañas de la ciudad la procesión seguirá adelante
entre himnos Eucarísticos y símbolos removiendo olores a juncia y romero como
aquellos que antes nos llegaban cada tarde de Corpus.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 2 de junio de 2013, Fiesta del Corpus Christi, y ayer en VIVA JEREZ)
Año 1958. Procesión del Corpus por una calle Larga alfombrada de juncia y romero. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario