Las
ferias del libro, como la que se viene celebrando estos días en Jerez,
concretamente en el incomparable marco de los claustros de Santo Domingo,
ofrecen la oportunidad no sólo de acercar la lectura al público en general sino
también de rescatar del olvido algunas publicaciones literarias o de
investigación que parecían agotadas. Entre ellas he encontrado un estudio que
se realizó en el año 1998, por un grupo de expertos en Historia del Arte,
publicado por la Diputación de Cádiz, sobre los conventos y monasterios de
clausura de la provincia gaditana. Un interesante trabajo que nos introduce en el
conocimiento de unas clausuras que, durante siglos, han constituido todo un
legado patrimonial y espiritual.
De
todos estos cenobios históricos que se estudian en la obra el del Espíritu
Santo de Jerez ha sido uno de los que ha sucumbido a los nuevos tiempos, siendo
hoy su lectura un añorado recuerdo de todo lo que allí había. A raíz de la
inquietud existente en cierto sector de nuestra ciudad, amante de nuestro
patrimonio cultural y artístico, se ha conocido que parte de un retablo de este
convento del Espíritu Santo está expuesto a la venta en una tienda de
antigüedades de Sevilla, un caso en el que chocan los intereses particulares de
sus legítimos propietarios con los intereses históricos y culturales de la
propia ciudad. Un choque de intereses a los que hay que darle solución, porque
lo del Espíritu Santo parece que ya no tiene remedio pues todo su patrimonio,
salvo el edificio propiamente dicho, está ya o bien repartido por otros
conventos de la orden, cedido o vendido y en el peor de los casos expoliado;
pero no hay que perder de vista que, esto mismo, va a ocurrir muchas veces más,
y es preciso establecer los límites hasta dónde sí o dónde no actuar.
Como
ya han reclamado voces autorizadas es preciso establecer convenios entre la
Iglesia y la Administración, sobre todo la autonómica que es la competente; hay
que considerar los casos particulares y uno a uno, es preciso actuar con
sentido común y hay que velar por el patrimonio cuando esté en peligro, cuando
vaya a ser malbaratado o exportado, y hay que analizar el valor y la
significación de los edificios y de las obras de arte que en ellos se
custodien. No es lo mismo un Bic que otro edificio que no lo es, como no es lo
mismo un estado de conservación óptimo, o con posibilidades de restauración,
que un estado de deterioro galopante o un edificio de nueva factura.
Tardan
en llegar los acuerdos entre las instituciones civiles y eclesiásticas, falta
una reglamentación minuciosa al respecto, faltan inventarios y catálogos, falta
el estudio sosegado de la casuística que se vaya presentando. ¿Qué se va a
hacer con otros conventos o monasterios que se cierren en el futuro?, ¿qué
haremos con tanto legado cultural, histórico y artístico que tiene la ciudad,
muy valioso, muy antiguo, digno de la mayor atención, digno de conservación,
cuando sus legítimos propietarios no los pueda atender y cuidar? Habrá que
estar preparados para estas situaciones antes incluso de que ocurran
acontecimientos graves.
Jerez ha perdido ya
demasiado patrimonio cultural como para quedar impasible viendo parte de su
historia a la venta en un escaparate. Aún estamos a tiempo de evitar que este
emporio de arte que es Jerez siga sufriendo bajas.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 11 de junio de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Compás de entrada al convento del Espíritu Santo en una fotografía del ayer. (Archivo Universidad de Sevilla) |
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