Desde mi Belén familiar |
¡ Feliz navidad!
Un año más nos llega la noche de la Nochebuena y de nuevo, se repetirán, las tradiciones familiares, los recuerdos de los que ya no están y los reencuentros de los que aprovechan estas fiestas para compartir juntos unos momentos de fraternidad.
Todo, lo que celebramos estos días, tiene su fundamento en un nacimiento que se produjo, una noche, como la de hoy, hace dos mil cinco años en Belén, pero ¿qué hubiera ocurrido si aquel alumbramiento no se hubiese producido?, para los cristianos no habría habido salvación y para el mundo en general no existiría la Iglesia Católica, ni ninguna otra que tenga como centro la figura de Cristo.
Si Jesús no hubiese nacido, de seguro el mundo sería otro, tan distinto, que se necesitarían siglos para analizar en qué circunstancias estaríamos hoy viviendo. Aquel nacimiento cambia de tal forma la historia que hoy sería inconcebible pensar una Europa sin la cultura cristiana, una España que nace bajo unos reyes católicos y se desarrolla, tanto culturalmente como artísticamente, bajo principios cristianos, una Andalucía identificada desde su cristianización con la fe y las creencias religiosas y un Jerez que hoy sería muy distinto sin la huella cristiana que está escrita con letras de horas en sus anales históricos.
Es demasiado aventurado el solo hecho de intentar imaginarse el mundo si nada hubiese pasado aquella noche del 25 de diciembre, ni tendríamos Navidad, ni fiesta de Reyes Magos, ni zambombas, ni Semana Santa, ni romería del Rocío, ni fiestas patronales, ni nada que tuviera que ver con el cristianismo, pero es que tampoco habría misioneros entregando su vida en medio de la pobreza y el subdesarrollo, ni comedores benéficos eclesiales, ni Cáritas parroquiales, ni Manos Unidas, ni Hijas de la Caridad, ni hermandades y además, en Jerez; por ejemplo, no habría templos, ni la Catedral, ni San Miguel, ni ningún otro, ni conventos, ni el Prendimiento ni ninguna imagen, ni innumerable obras de arte. A los jerezanos, durante siglos, les hubiese faltado a quién encomendarse en momentos de desesperanzas, la cultura sería más pobre y los valores cristianos ni siquiera se conocerían.
Si no hubiese nacido, todo lo que habríamos perdido, desde los que creen a los que no, desde los que ganan dinero por el acontecimiento, hasta los que sólo se divierten, desde los que la existencia de la Iglesia es un negocio hasta los que viven consagrados a extender el mensaje que nació aquella noche en un portal, desde el arte hasta la educación; desde los que creen en la familia hasta los que se centran en su egoísmo, desde los que viven de espalda a las creencias hasta aquellos que se alzaron en santidad. Hubiéramos perdido el ejemplo más claro de entrega sin límites a los demás.
Hoy podría haber escrito sobre el Jerez intramuros de la Navidad, de tantos tesoros ocultos como guarda Jerez en recuerdo y homenaje al Niño-Dios, de sus maravillosos belenes, de su riqueza artística en pinturas y relieves, de sus peculiaridades ancestrales, de sus zambombas auténticas sin adulteraciones, de sus nochebuenas castizas llenas de arte y familiaridad, de tantas cosas como Jerez encierra desde el momento que una bombilla empieza a buscar sitio en un naranjo de la calle Larga, pero he preferido hacer cábalas y reflexionar sobre lo que hoy seríamos si no hubiese nacido aquel niño de Belén.
Esta noche nace el niño, y lo hace con la misma importancia que entonces, con la misma trascendencia y con el mismo mensaje: La paz y el amor. Y esto no es cotidiano, esto no pasa, esto no se olvida hasta el año que viene, porque este mensaje es la gran solución del mundo, sólo es necesario ponerlo en práctica, porque, aunque siga molestando, la historia, ya, no la cambia nadie y, gracias a Dios, aquel niño si nació una noche como la de hoy.
(Artículo publicado en Información Jerez el sábado 24 de diciembre de 2005)
Belén de tamaño natural instalado desde el año 1905 en la jerezana Basílica de Nuestra Señora del Carmen para la veneración de los fieles. |
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