La
jerezana plaza de San Andrés está de actualidad. Los actos de vandalismo que
han sufrido los vehículos allí aparcados y las actuaciones que ha acometido el Ayuntamiento
con respecto al tráfico rodado la ha llevado a las portadas de periódicos y
noticiarios. Su céntrico emplazamiento y
la cercanía de dos colegios le hacen ser una de las plazas más frecuentadas por
los conductores, especialmente en los días laborables.
Este
espacio urbano, que preside el monumento a las edades del hombre, conserva aún
nobles edificios como la mansión de Roberto Gordon, donde estuvo hospedado el
gran Lord Byron y que posteriormente fue residencia del marqués de Torresoto;
la señorial casa de la familia García Durán con su elegante fachada y su airoso
mirador o el añorado Cine Jerezano que tanta vida le diera a esta plaza. En el
recuerdo el Bar Atarazanas o la agencia de transporte de “El Tela” y en el
centro el kiosco de Miguel tan popular entre los alumnos de La Salle-Buen
Pastor y de la Compañía de María. Plaza de algarabías infantiles en las horas
puntas y de primeros amores entre
alumnos de ambos colegios.
El
archivero Agustín Muñoz nos cuenta en su conocido libro sobre las calles y
plaza de Jerez que esta plaza llevó también el nombre de Atarazanas, nombre por
el que aún se conoce esta zona del barrio de San Pedro. Atarazanas equivale a
Arsenal, y es que antiguamente en este sitio hubo un almacén o depósito de
armas y pertrechos militares. También mencionar que en esta plaza se instaló un
hospital en 1569, con motivo de la enfermedad de la peste que asoló aquel año
la ciudad, viéndose obligados a cerrar todas las calles adyacentes. El nombre
actual de San Andrés se le puso antes de 1788 y se debe a una imagen de este
santo que se encontraba junto a una cruz de mampostería que existió en el
centro de la plaza y que posteriormente pasó a la esquina con la calle Clavel.
Curiosamente cuando Roberto Gordon solicita al Ayuntamiento el cambio de la
cruz que preside la plaza lo hace argumentando que ocasiona estorbo para la
circulación y porque “puede servir para ocultarse de noche los mal
intencionados”.
Es
decir que hace dos siglos y cuarto ya existían problemas de circulación en la plaza
de San Andrés y los mal intencionados ya pululaban por sus alrededores con la
preocupación que ello despertaba en sus vecinos.
La
plaza fue embellecida en 1860, siendo Alcalde D. José López de Carrizosa, luego
Marqués del Mérito. A finales de los pasados años sesenta la plaza estaba muy
deteriorada, siendo remodelada para aparcamientos. Hace unos años volvió a
someterse a unas obras que le dieron el aspecto actual. Antes de este cambio el
poeta Diego Campoy le dedicó estas palabras que venían a denunciar la pérdida
de ese sentido de plaza como lugar para el esparcimiento para convertirla en un
gran parking: “…el poeta se siente sumido en tristeza al palpar lesionada la
íntima espiritualidad de este rincón de solaz recogimiento, el arrebol de sus atardeceres,
el hechizo de sus noches, con el estridente clamor del motor en progreso...”.
En
unos días esa cruz de la historia de esta plaza volverá a hacerse presente
entre sones de tambores y capirotes, la cercanía de la Carrera Oficial la hará
llenarse de un público y contemplando la
escena esas tres figuras desnudas de las edades del hombre que nos recuerda el
imparable paso del tiempo.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 6 de abril de 2014 y ayer lunes en VIVA JEREZ)
La plaza de San Andrés en la pasada década de los setentas y antes de su remodelación. |
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