viernes, 10 de diciembre de 2010

EL AVIONCITO DE LA VIRGEN

      



EN LA FESTIVIDAD LITÚRGICA DE NUESTRA SEÑORA DE LORETO

     Existe en Jerez una Virgen con cara de niña y porte de emperatriz, una Virgen con muchos años de historia y con devociones acumuladas, una Virgen que cada año, por Semana Santa, lleva, en su salida procesional, un avioncito pendiente de su muñeca, símbolo de su patronazgo universal sobre los espacios aéreos.
     
      Es la misma Virgen que veneraron los Grandallanas y los Dávilas, dueños del marquesado de Villamarta, la que encontró templo y altar en la castiza y jerezana parroquia de San Pedro, la que propició Hermandad de túnicas amoratadas y soledades de Viernes Santo, la que llamaron Loreto porque es el nombre por el que responde la Madre de Dios cuando los ruegos llegan desde las alturas, la  Reina de los cielos encadenada a un pequeño avioncito que vuela seguro sin temor a caerse porque es mucho lo que le protege.
   
      Aquel avioncito lleva el nombre de "Castillo de Santa María", réplica del de la compañía Iberia que fue reproducido en plata para regalárselo a su Señora y protectora con motivo del el año santo mariano de 1954. Y allí dentro, en estos más de cincuenta años de historia, han viajado muchísimos pasajeros en vuelos seguros, miles de aeronavegantes han llegado a su destino sin ningún problema. 
 
       Con ese minúsculo avión, que tantas travesías seguras ha realizado aferrado a una muñeca protectora, han volado cientos de oraciones, cientos de plegarias, cientos de pensamientos implorando por la seguridad de todos aquellos que sienten preocupación cuando los motores se ponen en marcha y el despegue es ya inminente, cientos de convocatorias cofrades pidiendo protección a cuantos en el mismo momento surcan los cielos.
   
       Aquel avioncito fue robado un día, como si se hubiese salido de ruta hacia un rumbo desconocido, pero al poco tiempo volvió al aeropuerto siempre deseado, la muñeca que sabe de aviones mucho más que todas las cajas negras del mundo. Aquel vacío simbolizó otros vacíos, impotencias cuando lo que debería responder ya no responde, cuando se le quiere dar razón a lo inexplicable. ¿Cuántos desde su asiento, como aquel Hermano Mayor que un día capoteó el aparato en que volaba cayendo al vacio y lo encontraron agarrado a la estampa de su Virgen de Loreto, se habrán agarrado a la muñeca más cercana buscando protección? ¿Cuántos el pasado miércoles se hubiesen aferrados a esa cadena que une el cielo con la tierra para evitar la caída? ¿ Cuantos buscarían en balde esa fuerza inmensa que le levantara para salvarse de la destrucción?
   
       El pasado miércoles los medios de comunicación repitieron en varias ocasiones la expresión "salvados milagrosamente" para referirse a todos aquellos pasajeros que al final no cogieron el vuelo siniestrado, quizás fue la casualidad  o, tal como afirmaban los periodistas, un milagro de una mano invisible que en San Pedro de Jerez lleva colgado un aparato minúsculo cargado de oraciones. Más de ciento cincuenta pasajeros surcan ya otros cielos distintos a los que esperaban, ciento cincuenta son un cortejo de negro luto que como en cualquier cofradía, bajo la negrura de su túnica llevan nombres y apellidos y hasta familias enteras. Un catástrofe humana que todos intentarán justificar pero que es injustificable. Un Calvario más para la humanidad en el que, de nuevo la muerte es la protagonista, como todos los Viernes Santos de la historia. Pero que nos debe de servir, como en toda Semana Santa, para seguir creyendo en la vida y luchar por ella con la misma seguridad  que el avioncito se aferra a la Virgen..
 
    (Artículo publicado en Información Jerez el 23 de agosto de 2007, tras el trágico accidente de Barajas)
 
 
 

Nutrida representación del Ejercito del Aire ante la Virgen de Loreto en su Soledad en la tarde del Viernes Santo jerezano

 
 
          
   

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