La noticia de esto días ha partido desde los juzgados sevillanos, donde unos jovenzuelos con sus propias mentiras no paran de reírse de toda la sociedad y de sus instituciones y, en el ámbito local, desde el pub "Los hierros" un clásico de las noches jerezanas, donde un asunto personal ha tenido enorme repercusión mediática.
"Los hierros" fue uno de los primeros pub que surgieron en Jerez, cuando en la década de los setenta del pasado siglo XX los jóvenes de entonces se movían entre el "Castelao" de la calle San Francisco de Paula, el "Piano" del Polígono, "la Taberna Inglesa" del Bosque, algunos más de San Joaquín y este de "Los hierros" que era un local, en cierto aspecto, selecto. Era una juventud con pocas posibilidades que se conformaba con las fiestas del Automóvil Club de Montealto, con las del Coloma y el Álvar Núñez, con tomarse unos refrescos en las terrazas de la Rosaleda o del bar "La Espléndida" y algún que otro café en "El Manila" del Mamelón. Una juventud de fiestas en las casas con luces de colores y discos Singles o LP de Pink Floyd, los Bee Gees o Carlos Santana o de Camilo Sesto, Fórmula V o Los diablos para los amantes de los productos nacionales. Era la juventud posterior a los guateques y anterior a los Hombres G, una juventud interesada por la política, una juventud con ideales, con ganas de cambiar y de comerse el mundo. Era la juventud que vivía de lleno la Feria, la Semana Santa, que disfrutaba con las cabalgatas, con las navidades, la noches de verano, que movía cielo y tierra para poder celebrar con los amigos la Nochebuena o el fin de año. Una juventud, la que vivió los primeros años de "Los hierros", que no actuaba en manada, que se había educado entre normas estrictas y la autoridad del padre, el profesor y el Estado, una juventud que disfrutaba a su manera, sanamente y con sus amigos.
Hoy hay un cierto sector de la juventud, afortunadamente no todos pero si muchos, que han entrado en una globalización total, que tiene como eje de su disfrute el botellón, como si en el mundo no hubiese mas diversión que estar un montón de horas a la intemperie con un vaso en la mano y charlando, y eso que no siempre es la charla cordial la que priva. Que su meta es vestirse igual que los demás aunque sea a consta de perder personalidad y los más elementales normas de elegancia. Que el respeto y la educación brille por su ausencia, porque eso ya no se lleva y, lo que es peor de todo, una ausencia total de valores humanos propios de una sociedad avanzada y civilizada.
No hace falta ver algún episodio del programa televisivo "callejeros" para darse cuenta hacia donde camina un sector importante de la juventud de hoy. Ya en aquellos años setentas se hablaba mucho de que no era lo mismo libertad que libertinaje, que nunca se debe perder el principio de autoridad si queremos vivir en un mundo donde nos respetemos mutuamente, que la juventud, si queremos que siga siendo un divino tesoro, hay que conducirla por un camino que dignifique a la persona, con la firmeza que supone el impedir que nada se tuerce, que se pueda llegar a la madurez sobre la base de unos fundamentos que son imprescindibles para un mundo mejor.
Nuestra sociedad, como definía hace unos días el escritor Antonio Burgos, no puede convertirse en una niñatocracia, donde de tanto proteger al menor que comete delitos dejemos desamparados al resto. Donde la permisividad produzca seres inhumanos, insociables, que al final lo que debe ser un tesoro de convierta en un peligro.
La Constitución no reconoce la pena de muerte, ni la tortura, ni la cadena perpetua pero ¿para quien? ¿para los asesinos o para los asesinados que tienen que seguir viviendo? ¿o no es pena de muerte, tortura y cadena perpetua la que tiene que padecer los padres de Juan Holgado, de las niñas de Alcácer, de Mari Luz, de Marta del Castillo o de tantos otros que viven en un infierno desde que unas manos asesinas, nacidas muchas de ellas de una juventud sin principios, les cortaron de raíz su felicidad? ¿No han sido estos padres condenados de por vida por una falta de autoridad en su momento, por un asqueroso negocio de drogas, por un vil abuso de fuerza, por tanta permisividad sin control alguno?.
La juventud tiene derecho a seguir siendo un divino tesoro y la sociedad en general, con la justicia incluida, el deber de llevarla por el camino adecuado aunque para eso haya que cambiar lo que se tenga que cambiar.
(Artículo publicado en Información Jerez el 21 de marzo de 2009, con ocasión del caso Marta del Castillo. Ayer Jerez vivió un nuevo altercado violento, en el propio centro de la ciudad protagonizado por dos jóvenes que huían de la policía)
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