EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO
El Real Convento de Santo Domingo de Jerez fue y sigue siendo la Academia de las Buenas Letras que nos falta, el Ateneo de la docta palabra, la universidad del estudio y el saber religioso, un emporio de arte en el más exquisito de los gustos, un gran patrimonio cultural e histórico de valor incalculable, una docta casa donde se han cultivado prestigiosos oradores y grandes personajes de la historia, un recinto que acogió en tiempos estudios superiores de Artes y Teología, un recinto donde se ha cultivado la exquisitez, en la palabra, en las formas y en el trato. Según especifica el Padre Cuenca en su libro sobre este histórico convento: El carisma especificamente dominicano ha sido y sigue siendo a través del tiempo y de los siglos: la vida de comunidad, la oración, el estudio y la predicación, todo al servicio de la Verdad. El lema de Santo Domingo es: Contemplare et contemplata allis tradere. Comtemplación que nace de la meditación crítica y serena de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.. En tiempos pasados han salido de las aulas de este convento catedráticos, santos, predicadores, misioneros, mártires, obispos. En 1545 fue constituido "Estudio General" donde acudían estudiantes de toda la provincia de Cádiz y de otros conventos, llegando a tener la comunidad más de cien frailes.
Y una de esos frailes que, sin duda, han dado prestigio a este convento, por su saber y su dotes oratorias ha sido el recientemente fallecido Padre Amador Mellado.
Conocí al Padre Amador en aquel año 1974 cuando los cofrades de Loreto llegamos al convento de Santo Domingo, buscando cobijo tras el cierre de nuestra sede de la parroquia de San Pedro, él ya estaba allí, acababa de incorporarse a la comunidad, era sumamente educado, un predicador de profundos conocimientos, fino en su palabra y fino en todas sus formas, un fraile místico,culto, prudente y a su vez cordial que desde el primer momento supo ganarse el aprecio de todos. El Padre Amador formaba parte de aquella comunidad constituida por el Padre Paco, Francisco Fernández Cano, que ejercía las labores de Prior, el Padre Ramón Fernández Aparicio, el Padre Agustín López García, el propio padre Amador y Fray Domingo Campos López, comunidad que nos acogió con hospitalidad exquisita. Estos eran, se puede decir, los fijos, luego formaban parte de la comunidad otros frailes que iban y venían según mandaba la superioridad y que también gozaron de nuestro aprecio y cariño.
El Padre Amador pronto hizo amistad con los hermanos de Loreto, predicando nuestros primeros cultos en el templo dominico, haciéndose presente desde entonces en la predicación de muchos cultos que siguieron, incluso cuando ya la reapertura de San Pedro obligó nuestro traslado a nuestra iglesia de siempre.
Aquella histórica comunidad dominica permaneció muy unida a nuestra Hermandad muchos años después de que abandonáramos el templo de Cristina, anualmente se organizaba un almuerzo de convivencia en honor de los frailes dominicos, algo que era esperado con ilusión por toda la comunidad, así mismo eran invitados al tradicional almuerzo de Hermandad tras la solemne Función Principal.
Los sucesivos priores, el Padre Plaza, el Padre Agustín Turrado, el Padre Porfirio Pérez Pontejo,el Padre José Gabriel Rodríguez, el Padre Vicente Cudeiro o el Padre José Cuenca, los miembros de la comunidad Isidoro Cañizares, José Berlanga, Francisco García o Martín Alexis han mantenido esa estrecha vinculación con nuestra corporación nacida en aquellos años de forzado exilio. Todos han estado presentes, con su docta palabra, en distintas celebraciones religiosas que posteriormente hemos celebrado.
El Padre Amador era el último que quedaba en Jerez de aquella comunidad de los años setenta del pasado siglo, unos fallecieron y otros fueron la trasladados a nuevo destino. La figura escuálida y, a su vez, grandiosa en conocimientos y magisterio, de este sacerdote que llevaba 37 años en Jerez se ha ido, a los 86 años, justamente en el día de la Asunción de María; la Milicia Angélica, ha venido por él, para llevárselo, con su sempiterno hábito blanco y rosario en la cintura, a segur predicando en tan señalado día, al servicio de La Verdad y en destino eterno, las glorias de María.
(Artículo publicado en Información Jerez el 21 de agosto de 2010)
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