martes, 12 de abril de 2011

EL MEJOR PREGON DEL PREGONERO


DEDICADO A LOS PREGONEROS DE LA SEMANA SANTA DE JEREZ
La procesión iba de recogida. EI público se agolpaba en las calles del barrio y los nazarenos daban síntomas de cansancio. Entre todos un penitente con su cruz a cuestas se tambaleaba ante una penitencia que ya le era casi imposible de soportar en esos últimos tramos de su particular calle de la Amargura. Algunas personas de las que, en las aceras, contemplaron al sufrido penitente se percataron de su falta de fuerzas, pero solo una tuvo Ia valentía de salir en su ayuda.
Esa persona sabía lo que es ser cofrade y penitente en todo su sentido profundo de la palabra. Se dirigió a-uno de los miembros de la junta de gobierno de la Hermandad que no vestía el santo hábito nazareno pero sí lucía la medalla de la Corporación en el pecho y le pidió que auxiliara a ese hermano. Que le retirara la cruz y le acompañara hasta el templo. Pero cuál fue su sorpresa cuándo este oficial de la Hermandad se negó a tal petición. Ante tal actitud, este cofrade, que sólo había acudido a con-templar la recogida de aquella Hermandad se ofreció, como un nuevo cirineo, a portar esa cruz, que rememoraba calles de Jerusalén y noches de Viernes Santo con muerte de Dios cargada.
Ese cofrade dio el mejor pregón que cualquier cofrade pueda soñar. Dio el pregón de la verdad del Evangelio. Dio el Pregón de la autenticidad de nuestra Semana Santa. Dio el Pregón de pregones.
Ese pregonero, con su ejemplo, improvisó el testimonio más grande que cualquier cofrade pueda ofrecer, el ser pregonero de las verdades de nuestra fe. I Qué gran Pregón en tan poco tiempo y qué gran mensaje para tanto egoísmo!
 Ese pregonero volvió el domingo a ensalzar las grandezas de nuestra Semana Santa. Con una sola diferencia, que esta vez no fue a pie de cofradía, sino tras el atril del catedralicio templo de San Miguel, porque en el fondo, y de ello estoy seguro, su Pregón fue el mismo, el Pregón del cofrade convencido no sólo con su fe sino también con los principios que dan vida a ese Evangelio itinerante que son nuestras cofradías en la calle.
Gracias Luis, porque esa Cruz desolada, que con tanto orgullo llevas en tu apellido, se convirtió, aquella noche de Viernes Santo, en el mejor Pregón del pregonero.
(Publicado en Diario de Jerez el miércoles 27 de marzo de 1996, días después de que Luis Cruz de Sola, cirineo de lo que relato, pronunciara el Pregón de la Semana Santa de Jerez.)

Luis Cruz de Sola en su Pregón de la Semana Santa de Jerez de 1996



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