En la pasada Semana Santa han faltado muchas cosas que eran tradicionales, lo más importante el Miércoles Santo, que se nos quedó vacío, triste, como ciego con la misma oscuridad que cuando circulamos por carretera y nos adentramos en un túnel, deseosos de volver a ver la luz. Y nos faltó la vitalidad de Diego Conde recorriendo los tramos de su Hermandad del Transporte, las manos de Lete, esas que tantos sellos dejaron, asomando por la negra túnica de sus esperanzas y desvelos, los ojos de Paco Ruiz-Cortina junto a la Señora de los siete cuchillos; los ánimos de pijota al lado del palio de la Virgen del Socorro, nos faltó un costalero bajo el amor crucificado, a Pepe Luna junto a su Señor del Huerto, la saeta del Mono en la mañana del Viernes Santo, los rezos de Bartolomé Lora junto a su Virgen de Loreto, la impronta de Mariano y las voces de los capataces de siempre. Y además nos faltó oscuridad por Gaitán, más silencio en San Miguel, más años bajo las túnicas, más espacio delante de algunos pasos, más mantillas a pesar del frío y más picos grandes y bolas de caramelo en vez de varitas mágicas, trompetas y tambores de juguete.
Pero si algo he echado de menos esta Semana Santa han sido las crónicas de Manolo Liaño, el tiempo pasa inexorablemente y Manolo como los viejos curas ha estado predicando hasta que las fuerzas se lo han permitido, ahora que goza de su retiro, esa calle Larga que se pierde en la historia del periodismo local no ha aparecido en la prensa, la calle Larga de Manolo Liaño que tanto sabe de Semanas Santas, de Hermandades de la que eran Hermanos Mayores cofrades que aún perduran en la memoria, de Cofradías que ya no son tan grandes porque otras se han ido engrandeciendo junto a ellas, como el abuelo que ve que su nieto le está cogiendo en altura, de la Coronación como centro de todo para eso fue muchos años fiscal del paso de la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción, de paseos por su barrio de San Pedro, con añoranzas de Caracuel, de repelucos junto al Santo Crucifijo en el recuerdo de un padre que hasta su último momento imploró esa Salud que emana de las hechuras de la impresionante obra de José de Arce, de vecindeo con la Amargura sabiendo que no hay lujo tan grande como vivir junto a la Madre de Dios, de su devoción por el Cristo de San Telmo y por el crucificado de la Defensión. Manolo Liaño ha marcado una época en el periodismo jerezano y más aún en el mundo cofrade porque cuando nadie se acordaba de las Cofradías Manolo siempre fue. como el trompetero del Cristo o del Dolor, como un muñidor ante la Cruz de Guía, o la doble campanada de San Miguel, el pregonero impreso de nuestra Semana Santa.
Ahora que su paso corto y racheao no le permite muchas chicotá y la vieja máquina de escribir Olivetti, ha dado con el palermo en el suelo, como buen fiscal, obligando a una parada para no avanzar más de lo que se puede, vaya este recuerdo y homenaje para el veterano periodista que desde su butaca habrá contemplado una Semana Santa distinta, sin poder decir todo lo que su cuerpo, casi de seguro, le ha pedido, pero con la tranquilidad de haber estado, sin prejuvilación alguna, al servicio de Jerez, la Iglesia y su Semana Santa.
Don Manuel Liaño Pérez cronista local, lasaliano, taurino y cofrade nos ha faltado en Semana Santa, pero desde su palco de los Ramos, que nombre más bonito y cofrade que nos recuerda palmas por San José y primeras levantá por la Albarizuela, habrá tenido presente a un mundo cofrade que tanto recurrió a él para difundir las grandezas de nuestras Hermandades. Sirvan estas líneas de reconocimiento a este veterano periodista, un clásico de nuestra Semana Santa y un caballero cabal, jerezano de pura de cepa, de bodega, toros y cofradías, cuyo impresionante legado llena más de cincuenta años de la historia escrita sobre Jerez, y queda en las hemerotecas como testimonio fiel de un periodo rico de nuestra historia local. Manolo Liaño ha sido, es y esperamos siga siendo durante muchos años Jerez, porque su estilo, es el estilo de Jerez y sus crónicas han sido la que Jerez demandaba. Un saludo desde la calle Larga.
(Artículo publicado en Información Jerez el 29 de marzo de 2008. Al poco tiempo fallecería Manuel Liaño Pérez, considerado por muchos como el último cronista de la ciudad.)
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