Si exceptuamos los tres meses de verano, de apenas actividad cofrade, el resto de los nueves meses que componen el año es un autentico embarazo. Cada vez que llega Septiembre renacen las ilusiones y los sueños,, se engendra una nueva vida llena de proyectos, de propósitos, de metas por conseguir, de deseos en la espera de ese parto que llegará con la primavera.
En los nueve meses de espera se entremezclan las preocupaciones con las alegrías, los malestares con las esperanzas, los preparativos con los temores. Se comparten experiencias, se consulta, se hacen encargos, presupuestos, se arregla el lugar que ha de acoger esa nueva vida. Se vive, de puerta para adentro, este largo tiempo de vísperas con la mirada puesta en ese día, en que pese a la inquietud y la intranquilidad por lo trascendental del momento, nacerá esa luz que enciende cirios de esperanzas. Los nueve meses de espera, de vida intima, de sentimientos compartidos, de movimientos en las entrañas de la propia Cofradía, de comprobar el latir de ese nuevo ser que se está gestando en lo más íntimo, en lo más cercano, en el vivir diario de los hermanos, son nueve meses en los que la Cofradía es, como la madre de ese pequeño ser que lleva en su vientre, más de sus cofrades que nunca, es la madre y el hijo, la Cofradía y su salida procesional.
Y llegará la hora del parto, la hora de salir a la luz, de dar a luz. Todos estarán expectantes, todos dispuestos a compartir la alegría de esa nueva vida que llega por Semana Santa. Llegará la hora del parto y todos querrán verla acudiendo a su casa. Llegará la hora del paseo y como el bebe que sale por primera vez a la calle, con las mejores galas que le ha puesto su madre, es decir su Cofradía, dejará de ser de quien la parió para ser más de todos, ya sus llantos son de todos, su seguridad y su cuido corresponde a todos.
En unos días estará la nueva criatura en la calle, estará la procesión en la calle, cuidémosla, mimémosla, estemos atentos porque, como un bebe en su cochecito, ya es parte del mundo, aunque detrás, velando sus sueños, siempre habrá una madre, que es su Cofradía, que como toda madre, que merece este sublime nombre, moriría por ella.
(Articulo publicado en Información Jerez, en la columna "Cuaresmando" de 25 de marzo de 2010)
La ilusión del niño en participar en la procesión se repite cada año en las vísperas de una nueva Semana Santa. La foto corresponde a la Cuaresma jerezana del año 1937 |
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