El fenómeno del bandolerismo es universal y muy antiguo; se origina en regiones donde la miseria y la injusticia se han cebado especialmente con algunas personas empobreciéndolas y arrojándolas en brazos del contrabando, el robo o el crimen, generando de esta manera una forma más o menos colectiva de saqueoo organizado. Una interpretación menos romántica, por el contrario, ve en los bandoleros a vagos, malhechores, criminales, prófugos e hidalgos arruinados por el juego o por los vicios. Lo cierto es que el bandolerismo es un fenómeno complejo, enmarcado en contextos históricos y sociales de gran dureza y con referentes morales distintos a los de las democracias actuales, por lo que seguramente no se puede reducir ni al estereotipo del individuo malvado por naturaleza ni al del generoso Robín Hood que reparte entre los pobres lo que roba a los ricos.
Robar es ya de por si un delito reprobable, robar a los ricos para repartir entre los pobres sigue siendo delito porque nadie puede disponer libremente de los bienes de los demás, pero robar a los pobres es algo repugnante y completamente despreciable. El robo llevado a cabo días atrás en San Mateo es un acto bochornoso impropio de una sociedad civilizada y de personas con un mínimo de corazón y de sentido de la justicia
Nunca en Jerez ni en el barrio de San Mateo, tan azotado históricamente por la prostitución y las grandes diferencias sociales, ha ocurrido nada por el estilo. Ni siquiera el Pringue famoso ratero que vivía en el nº9 de la calle San Mateo, según nos narra María Bejarano en sus crónicas sobre este histórico barrio, robaba a los pobres o a sus vecinos, sino que salía a hurtar por la noche al campo, patatas, fruta, gallinas y se llevaba con el a los más jóvenes, las madres que podían evitaban que sus hijos entraran en la banda del Pringue, pero algunos de ellos terminaron en la cárcel. Dicen antiguas vecinas que cuando en el verano se sentaban a la puerta de sus casas a tomar el fresco, pasaba el Pringue con sus secuaces con sacos, canastos etc y ellas les decían “Chiquillos donde vais con eso que os van a coger presos”.. La complicidad sana de un Jerez de antes donde hasta los ladrones sabían a quienes había que respetar.
En la sociedad de hoy estamos ya casi acostumbrados al robo encumbrado a los mas débiles, a que sean siempre las clases bajas las que sufran cuando hay que apretarse el cinturón , a que unos vivan muy bien mientras otro pasan hambre, pero a lo que no nos acostumbramos, ni nos acostumbraremos nunca, es a lo ocurrido esta semana en San Mateo, robar lo que es de los pobres. Apareció en las paginas de este periódico:" Cáritas Diocesana ha denunciado la desaparición, en su almacén de alimentos de la jerezana calle Justicia 31, de alrededor de 2.500 kilos de alimentos destinados a abastecer a unas 40 familias, 219 personas, que son atendidas en los barrios de San Mateo y San Lucas. Cuatro puertas metálicas forzadas evidencian signos de los dos robos sufridos. “Han destrozado todas las puertas menos la principal, por donde han salido. Creemos que han entrado por el techo”, manifestó el responsable de Cáritas de San Mateo, Juan Antonio Sánchez".señalando que “al equipo nos ha afectado mucho personalmente, recalco mucho el dolor humano que nos ha producido, aquí estamos con las puertas abiertas a todos los necesitados, no nos esperábamos que nos atacaran a los pobres, cuando estamos por ellos”.
Desgraciadamente las puertas abiertas de antes se han tenido que cerrar para que no nos roben no solo lo que nos sobra sino también, y eso es lo mas penoso, que ya nos roban hasta lo que necesitamos para vivir.
(Articulo publicado en Información Jerez ayer domingo día 3 de abril de 2011)
Imagen de otros tiempos de un rincón del barrio de San Mareo con el templo parroquial al fondo |
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