Hay espacios en la ciudad que parecen que están abocados al infortunio y uno de estos es el que hoy ocupa el teatro Villamarta. Allí en 1550 la Hermandad de la Vera-Cruz solicita a Roma se le reconozca la propiedad sobre unos terrenos en la calle Medina para edificar, a sus expensas, una iglesia y un hospital. La pequeña iglesia se construye entre 1551 y 1559, y es cedida, por parte de los cofrades, a los frailes Terceros de San Francisco, para que ocupen las funciones de capellanes. Tras sufridos avatares este lugar se convierte, con el paso de los años, en un importante centro de devoción de la religiosidad jerezana, principalmente por el fervor que despertaba en la ciudad la veneración a la Virgen de la Lágrimas. Pero aquello tendría sus días contados pues en 1868 se produce la revolución contra Isabel II, que fue destronada, formándose en Madrid un gobierno provisional que en Jerez tuvo como consecuencia, algo que se hizo famoso en toda España, el derribo de iglesias, murallas, puertas, etc. Entre estos derribos se encuentra el del antiguo convento de Terceros de la Vera-Cruz, cebándose el infortunio sobre un monumento que, por su historia y arte, hoy estaría sumamente protegido, recordemos que entre sus enseres se encontraba el valioso retablo barroco de Alejandro de Saavedra, costeado por el duque de Veragua, para la Virgen de las Lágrimas.
En el solar de aquel viejo convento, gracias a la iniciativa del entonces alcalde de Jerez don Álvaro Dávila y Agreda, marqués de Villamarta, y el apoyo de Miguel Primo de Rivero, entonces al frente del gobierno de la nación, se levanta entre 1927 y 1928 el gran coliseo jerezano denominado desde siempre como el Teatro Villamarta.
Desde sus inicios este teatro ha sido un orgullo para la ciudad y un prestigio para toda compañía, artista o relevante figura que ha pisado sus tablas. Pero también ha sido víctima del maleficio que parece recaer sobre este espacio urbano pues, tras distintas épocas de esplendores, no es la primera vez en el que el coliseo jerezano ve caer sobre él la sombra del cierre y el abandono. Acaban se saltar las alarmas, la crisis ha recortado las ayudas de la Junta de Andalucía y Gobierno en más de un 50%, mientras el Ayuntamiento no cubre los gastos fijos de un teatro con más de 2 millones de déficit, duplicando el pago que el propio municipio invirtió por su compra.
Cuando parecía que en sus 85 años de historia el Villamarta se había consolidado como la gran oferta cultural y festiva de ciudad, que su reapertura en 1996, tras diez años de lucha, desde su último cierre, había supuesto una apuesta segura para mirar a su futuro sin temores, llega ahora esta complicada situación que puede desembocar en un nuevo cierre.
Llega por tanto la hora de volver a hacer notar la voz de la ciudadanía, como ya se hiciera en su momento, para buscar los causes que eviten el temido cierre y potencie la oferta cultural del mismo. Las primeras voces ya se han pronunciado reclamando iniciativas que apuesten por un teatro de tanto prestigio y que tanto ofrece a la ciudad.
La historia nos ha dado la oportunidad de no repetir, lo que nunca debió de permitirse, el derribo de parte de nuestra historia. Villamarta surgió desde las cenizas del histórico convento de la Vera-Cruz, donde con tanta devoción acudían los jerezanos para rezar a la Virgen de las Lágrimas, la misma que dio nombre a la cercana calle de Santa María y la misma que tuvo que abandonar su casa de siempre por la propia incomprensión y el desinterés a nuestro patrimonio histórico, artístico y espiritual. Que no haya que esperar ahora a un milagro para que el Villamarta siga abriendo su portentoso telón que nos hace embutirnos en la magia de su grandiosidad.
(Artículo publicado en Información Jerez ayer sábado 30 de julio de 2011)
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