jueves, 19 de mayo de 2011

AHONDANDO EN HONDA


Miguel López de Carrizosa y Giles fue un insigne jerezano nacido en 1857. Diputado a Cortes y senador vitalicio, sirvió a España y a la ciudad que lo vio nacer, desde diversos cargos de importancia, defendiendo, muy eficazmente, el comercio de nuestros vinos. Falleció en 1919 siendo ministro de Abastecimientos, era poseedor de numerosas condecoraciones de España, Portugal, Francia y Turquía, y entre sus títulos nobiliarios ostentaba el de Maroués de Mochales, nombre que llevó nuestra calle Honda durante unos años.
La calle Honda se le denomina así desde el siglo XVI por su bajo nivel con respecto a las zonas colindantes, y es curioso como en 1786 el maestro mayor de obras públicas de esta ciudad, Juan Díaz de la Guerra, solicita realizar obras en la mencionada vía para hacerla transitable ante la cantidad de agua que acumulaba en los días de lluvia, formando tal caudaloso arroyo que "las casas de dicha calle tienen que tener cinco cuartas superiores a la calle, y sin embargo, llega el caso que muchas de ellas se anegan; asiéndose tan intransitable que de día mal se puede andar por ella, y de noche es conocido el riesgo de matarse".
Pues algo por el estilo ocurre con las calles semipeatonales, carácter que se quiere dar a nuestra calle Honda, y no por el agua, sino por la peligrosa combinación de peatones y automóviles por un mismo espacio. La calle Honda, en cierta manera, ya es semipeatonal, más bien anti-peatonaI, sólo hay que verse obligado a bajarse de la acera de los árboles para correr el riesgo de matarse o caminar por la de enfrente y ver como los espejos retrovisores de los autobuses pasan a escasos milímetros de las orejas de los viandantes. No es mala medida hacerla totalmente peatonal. al igual que su vecina calle Larga, pero ello supondría un nuevo suplicio para la circulación del centro de la ciudad puesto que dos zonas céntricas como Cristina y Medina quedarían casi aisladas al tráfico, al no haber opción de conexión ni por el barrio de San Pedro ni por intramuros.
La calle Honda es, por tanto, un problema y más lo será si de nuevo nos encontramos con una calle levantada, porque debajo de la calle Honda puede haber de todo, sus alcantarillas se han tragado todo lo que allí ha llegado en las distintas riadas y parte de la historia de muchos negocios. Quizás no nos encontremos esqueletos, como en la Plaza del Arenal, ni poblados antiguos, como en la plaza de Belén, pero de seguro que aparecerán restos de lo más inaudito, desde alguna pipa de aquellos melones que llegaron nadando desde la Victoria, hasta algún recibo de Guerra, el de la Casa Rosa, por un dinero a cuenta, o alguna factura de Sabino de cuando la esquina de Honda con Santa María era el emblema de una ciudad que abría los ojos a los grandes comercios, con el tesón y el ejemplo de un hombre, Sabino Hoces, de gratos recuerdos para mí y para toda mi familia, que fue, en su momento, un abanderado empresario.
Los bajos de la calle Honda son un misterio por descubrir, porque desde El Colmao al Casino Nacional y desde la antigua frutería de José María al Casino Jerezano no hay calle que se haya empapado más de todo lo que Jerez le ha querido mandar.
Cuando el achaque de una nueva peatonalización la haga levantar de nuevo y con su suelo se vaya parte de la historia de la ciudad, con sus adoquines escondiendo la cera de una Semana Santa que comenzaba en la Rotonda y sus casapuertas con previsores tablones tras los portales, para paliar el riesgo de nuevas inundaciones; cuando la calle Honda sea un lugar más de paseo de ese gran centro comercial que se quiere hacer del corazón de la ciudad, que no nos quiten el gozo de poder hacerlo tranquilamente, sin riesgo alguno, no vaya a ser que después de más de dos siglos volvamos a aquello de "de día mal se puede andar por ella y de noche es conocido el riesgo de matarse" y lo de Mochales cobre ahora otro sentido.
(Artículo publicado en Información Jerez el 8 de julio de 2006. En la actualidad los comerciantes jerezanos han sido unánimes en desestimar la semipeatonalización de la calle Honda y el paso del tranvía por el centro de la ciudad) 


Miguel López de Carrizosa y Giles, marqués de Mochales


Postal de hace unos cuarenta años de la Rotonda de los Casinos entre la calle Honda y la calle Larga



La frutería Montes fue uno de los comercios más emblemáticos de la calle Honda



El restaurante El Colmao, entre las calles Honda y Arcos, marcó una época de la historia de la ciudad






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