Jerez, como tantos pueblos y ciudades de nuestra Andalucía no olvida su condición mariana avalada por siglos de historia y veneración a la Madre de Dios. Con la llegada del mes de mayo comienza a desgranarse el hermoso rosario de devociones letíficas que nuestra ciudad atesora. Desde Pascua de Resurrección hasta la fiesta de la Inmaculada , la ciudad se vuelve sobre sí misma, sobre su historia, sobre sus barrios, sobre sus devociones más ancestrales, para vivir en torno a sus parroquias, sus colegios, sus conventos y basilicas la intimidad gozosa de las devociones más sencillas que se reparten por igual entre niños, jóvenes y mayores.
Esas son nuestras procesiones de gloria, unas corporaciones centenarias y otras más nuevas nacidas al amparo de unas devociones marianas inculcadas de padres a hijos, de profesores a alumnos, de unos a otros pero siempre fieles a sí mismas y tan populares como esa religiosidad de esta tierra que la amparan.
Vuelven nuestras calles a llenarse de sonidos de tambores, de marchas procesionales, de olores a incienso y a flores frescas, ya no son los nazarenos, los Cristos muertos, los palios los que saldrán a la calle en estos tiempos de gloria, serán mayoritariamente imagenes marianas las que nos salgan al encuentro, cuando un domingo cualquiera del año paseemos en este Jerez de tardes vacías y escapadas de fin de semana, cuando en cada esquina nos sorprenda una cruz abriendo un cortejo con sabor a viejos tiempos, cuando en la lejanía veamos luces de candelabros y humos de añoranzas semanasanteras. Es el humo de un fuego que no se apaga todo el año, fuego que une dos formas similares de entender la presencia constante de unas devociones, pasionales o de gloria, que van unidas a la propia esencia de la ciudad. El mayo mariano que empezamos a disfrutar es parte importante de nuestra cultura, de nuestra fe, de nuestro propio ser, sentimientos y devociones que salen a procesionar cumpliendo un rito de siglos, tesoros ocultos que se pierden en los anales históricos de la ciudad, mariología a pie de calle con niños uniformados y recuerdos en el corazón entre medallas en el pecho y cabellos blancos siempre acudiendo a la cita de cada año, nombres recibidos en el bautismo y grabadois para siempre a la plegaria y al desasosiego, procesiones siempre antiguas y siempre actuales, procesiones de gloria que arrancan el mes de mayo y llenan de vida rincones de nuestra ciudad durante todo el calendario lirúrgico y festivo..
Llega un nuevo mayo mariano con la efeméride de la histórica procesión de la Rosa desde Santo Domingo, la Palma por San Juan, Fátima, la esperada salida del Roció camino de Almonte, las procesiones de María Auxiliadora, y veremos el Sagrado Corazón por Montealto, la Pastora de capuchinos, la presencia mariana en las procesiones del Corpus, el Carmen , la Merced, las Viñas, los Rosarios de Octubre, la Cabeza de Picadueñas, La Inmaculada de los Dolores, y tantas otras procesiones de gloria que comienzan con este mayo mariano y,.como una carrera oficial sin itinerario común, seguirán hasta su recogida cuando los villancicos suplanten a las marchas procesionales.
Como diría Manuel Román ante las glorias sevillanas, entreguémonos a su disfrute, dejemosnos que nos empape los sentidos de la belleza sutil de sus Sagradas Imagenes, las lineas estilizadas de sus pasos, los aromas penetrantes que le acompañan y la riqueza cromática del cortejo y de cuanto le rodea, pero sobre todo, elevemos el corazón para abrirlo al rezo más sencillo y espontáneo, aquel que aprendimos desde pequeño y que gracias a la condición mariana de este mes de mayo, a todas las procesiones de gloria que desde ahora arrancan, y a todos los que las sustentan, tenemos la oportunidar de revivir año tras año.
(Artículo publicado en Información Jerez el 15 de mayo de 2010)
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