Lo dijo hace ya unos años el afamado pintor jerezano Manuel Muñoz Cebrián "este barrio, donde yo vivo, es el barrio de Santa Cruz de Jerez". Muñoz Cebrián, el pintor de los gitanos de bronce y de los carteles de armónica composición, tuvo su estudio y vivienda en la calle Doctor Mercado, allí donde Jerez se esconde del bullicio urbano. El barrio de Muñoz Cebrián, no es un barrio, conocido, ni extenso, n! siquiera con iglesias o calles principales, pero es un barrio encantador, cargado de historia, con calles recónditas y pavimentos de piedras, con flores que caen de sus balcones y patios abundantes de cal, un barrio donde se mezclan los amplios portones de cocheras con misteriosos ventanucos de antiguas viviendas.
Este pequeño barrio jerezano que limita las calles Francos, Chancillería y Porvera, al que se da acceso por el boquete o callejón de los negros, por Francos en las angostas calles de nombre Carne y Cadenas, en Chancillería por Cocheras, Paralejo y Doctor Mercado y por la Compañía a través de la antigua plaza Monjas Victorias, hoy Salvador Allende, y en medio del barrio la preciosa calle Florinda. Como diría el pintor, tiene mucho, este rincón jerezano, del sevillano barrio de Santa Cruz, tiene esa ubicación céntrica pero a la vez oculta tras la vieja muralla, tiene el firme de sus calles que aún recuerda el Jerez almohade, tiene la estrechez de sus encrucijadas, tiene pequeñas plazoletas y una arquitectura que ha permanecido incólume a través de los tiempos, tiene rincones misteriosos como la calle Morla, sumamente escondida, o detalles evocadores como el cartel de aquella Casa Cuna donde el Señor recogía lo que los padres abandonaban; este trocito de la collación de San Marcos tiene la exquisitez del tipismo auténtico andaluz, tiene todos los ingredientes, si es mimado como merece, para ser no sólo un barrio para verlo sino también para vivirlo y disfrutar de él y, por consiguiente, para convertirse en un auténtico reclamo turístico.
Ahora que aún, su trazado y su fisonomía, no ha sido deformado por actuaciones poco acordes, es el momento de velar para que siga manteniendo ese embrujo que le hace ser una zona singular del intramuros jerezano, las exigencias urbanísticas han hecho posible que las obras efectuadas en la actualidad hayan sido respetuosa con el entorno e incluso hoy podemos comprobar cómo tras derribarse un inmenso local entre la plaza de las Cocheras y la calle Peralejo se ha respetado, escrupulosamente, una elegante portada del siglo XVII, todo un logro para el patrimonio jerezano, siendo de esperar que lo que allí se construya sea acorde con tan noble acceso y con el barrio que la cobija. Con el mismo deseo de que la actual plaza de Salvador Allende se convierta, con las obras que próximamente se van a acometer, en magnífico y bello pórtico para tan peculiar y pintoresco barrio.
El barrio de Muñoz Cebrián guarda muchas cosas más, el viejo molino donde el patriarca de los Gómez tuvo su taller de pinturas, dejando como recuerdo ese bello azulejo de la Virgen del Amor y Sacrificio; la imprenta de García, de donde salieron tantas etiquetas de vinos y convocatorias de cultos, la vivienda, durante años, de aquel cofrade ejemplar llamado Pedro García Rendón con su patio y escaleras llenos de retablos cerámicos, la antigua cocina económica que no cuajó por no ser de carácter benéfico, los viejos depósitos de carnes de la carnicería de Santiago, las cocheros que luego fueron convertidas en bodegas y en sus fronteras los sonidos angelicales de las monjas Reparadoras y del monasterio de Mínimas de la Victoria.
Jerez no necesita un barrio típico porque todo su casco antiguo lo es, pero sí precisa que se consideren los valores de algunas zonas que aún son desconocidas, guardan tanto potencial y se le puede sacar tanto provecho, que algún día nos extrañaremos de no haberlas descubierto antes para Jerez y para sus visitantes.
(Artículo publicado en Información Jerez el 20 de agosto de 2005. Recientemente se han entregado las llaves de unas viviendas rehabilitadas en la plaza de las Cocheras, en el corazón de este barrio jerezano. Seis años después de la publicación de este artículo el aspecto que presenta algunas de sus calles, como la de Morla, es completamente deplorable)
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