lunes, 17 de octubre de 2011

NARANJAS, UNA CALLE CON SABOR


Los frío no terminan de llegar, por estas tierras del sur cada vez se une más el verano con el invierno, para el sur se ve que no existen los términos medios, aquí pasamos directamente del bañador a los abrigos y de las cómodas y modernas chanclas a los calcetines gordos. El cambio climático es una realidad y si no que se lo pregunten a nuestros abuelos cuando a primeros de noviembre encendían las lamparitas de aceite en recuerdo de sus difuntos y acudían a las novenas de ánimas con abrigos de paño.

El frío tendrá que llegar, por el bien de los comerciantes, y con él el tiempo de las naranjas, las mismas que, con sabor agrio, invaden los árboles en esa época pre invernal y las mismas que dan nombre a una de las calles más elegantes y señoriales de Jerez. Esa misma calle que acaba de estar en obra y que, según comentan los propios vecinos, volverá a ser levantada en breve para sumarse a esa ola de peatonalizaciones.

La de Naranjas es una señorial calle del centro de Jerez cargada de historia, pues en la antigüedad, esta zona formaba parte de uno de los extremos del cementerio judío y debe su nombre, no a la popular fruta, sino a unas hijas de un tal Pedro Naranjo, que se destacaron por su vida caritativa y piadosa.

Naranjas es del centro de la ciudad y a su vez noble entrada para el barrio de San Pedro, por esa angostura de calle que lleva el nombre de aquellas Ánimas a la que daban culto una antigua hermandad establecida en la parroquia del apóstol.

Desde la noble casa donde naciera el ilustre jerezano Manuel Lora Tamayo hasta la blanca fachada del edificio que en tiempos habitó aquel destacado taurino llamado Ignacio Fernández, suegro del diestro Luis Parra “Jerezano” y dueño de la tienda El Istmo en la calle Bizcocheros frente a Morenos, la calle Naranjas es historia jerezana unida a familias y apellidos. En la acera, que empieza junto a Honda, los recuerdos de su emblemática tienda de tejidos La Casa Rosa con la imagen siempre presente de su canoso propietario, de Guerra, con su característica corpulencia; o Manolo Rosado digno heredero de aquel comercio señero de fiel clientela, cuentas en libretas antiguas y piezas de tela entre percheros, mostradores de madera y metros enganchados al cuello o en forma de palos. Más adelante la noble mansión que un día fuera de los Parada-Bohórquez y hoy residencia del doctor Lizaso. En el centro de la calle el hogar de los Quintana, donde doña Gabriela Barroso, rebosante de bondad y religiosidad, crió a su prole tomando como base los principios cristianos. La vivienda de los Iñigo; la de los Salas cargada de historia por el milagro de la Amargura; el rincón de los Besnier con los hermanos Fernando y Maruja, tan unida ella a la Acción Católica de San Pedro. La casa de los Lasaletta con el recuerdo de don Pedro y su labor en la abogacía. La pintoresca, nunca mejor dicho, vivienda del afamado y controvertido pintor Carlos González Ragel. La residencia de los Paz, con su sabor isabelino de artísticas yeserías en su casa-puerta y elegantes cierros, remembranzas de aquel prestigioso Hotel Jerez que aquí estuvo ubicado. La número 8 que en tiempo fuera de los Pérez de Azpillaga, antes del Conde Morphy y mucho antes bodega de los Cartujos; o la del Conde de Valdecañas con su ángel de la guarda presidiendo la escalera. Y de nuevo la casa natal de Lora Tamayo, con su imponente fachada de piedra y su patio con adornos neo-platerescos. Todo un conjunto de nobles casonas de transición entre el siglo XVIII y XIX, imágenes burguesas de una calle coqueta como ninguna y con las señas de identidad del Jerez de los antiguos esplendores.

La calle Naranjas jerezana, aunque sin árboles frutales, está llena del sabor de ese Jerez con empaque digno de paladear, de gusto por las cosas bien hechas, del tacto por la exquisitez, del olor a incienso y de los sones de Amargura en tarde gloriosa de Miércoles Santo. Una calle para vivirla con los cinco sentidos.
(Artículo publicado en Información Jerez el 25 de noviembre de 2006, y que nos viene a decir que hace cinco años, a finales de noviembre, aún disfrutabamos del  otoño vereniego de estos días)

Carlos González Ragel, pintor famoso por sus esqueletomaquias que vivió varios años en la calle Naranjas.


Excmo. Sr. D. Manuel Lora Tamayo.
Ministro de Educación y Ciencias e ilustre profesor que nació en esta calle.



El doctor Francisco Paz Genero, recordado jerezano muy implicado en la vida de la ciudad que tuvo consulta en la calle Naranjas 10

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