A principios del siglo XX habían en Jerez dos fabricantes de muebles Adolfo Camacho Jiménez en la plaza Domecq 29 y José Franco Perea en la calle Consistorio 16, vendían muebles Manuel Correa Benitez en la calle Ramón de Cala 16 y Pedro Naranjo Jiménez en Ángel Mayo 12 y poco más si exeptuamos a carpinteros, ebanistas o charolistas, etc. Después vendrían, con la España del desarrollo, tiendas de muebles como la de Prudencio Arenas en la plaza de la Yerba, Manuel Berraquero en la calle Doña Blanca, Taula en la calle Hornos, Pedro Sola en la Vid y sobre todo las que en los años sesenta del pasado siglos se constituyeron en un punto de referencia del negocio del mueble a nivel local, Muebles Ragel en la calle Medina y "La Casa del Mueble" en calle Lealas. La inauguración de ambas superfies comerciales del mueble supuso todo un acontecimiento para el comercio jerezano, el negocio de Luis Ragel tenia varias plantas y amplios locales en pleno centro de Jerez y "La Casa del Mueble" ocupaba todo el bajo de un edificio de nueva construcción en la calle Lealas abriendo nuevos horizontes en ese Jerez que comenzaba a crecer por la Plata. Diez años después, en los años setenta, el negocio del mueble se dispara en Jerez, montándose tiendas de muebles no solo en el centro sino también en las nuevas barriadas, todo ello unido a la evolución que había sufrido la vivienda en la ciudad, digno de destacar es la figura de Sabino Hoces y su espectacular tienda de muebles levantada en estos años en la esquina de la calle Honda con Santa María. Son años en los que comienzan también a funcionar negocios dedicados al mueble metálico y a los muebles de cocina. Finalmente se implanta el mueble al por mayor, utilizando naves y enormes espacios ubicados en polígonos industriales.
Ahora nos llega Ikea, la multinacional del mueble y lo hace cargada de expectación y de recelo del comercio local. Nos llega con nuevos métodos de venta, con la funcionalidad por bandera y con precios asequibles a cualquier bolsillo. Llega apostando fuerte por Jerez y su zona de influencia, llega invirtiendo por el empleo y con las miras en un sector que hoy, como entonces, es muy demandado. Atrás quedaron las salas y alcobas, las cocinas y retretes comunes, ambos de mampostería, sin más muebles que un platero de madera para la cocina, un palanganero donde poderse asear, vetustos comedores y dormitorios con cresterías y aldabillas doradas, para mínimos habitáculos donde no era posible ni estanterías para libros, ni dormitorios para niños que hacían su vida en el patio, ni mesas de ordenadores, ni siquiera mesita para una televisión que no llegaría a nuestros hogares hasta los años sesenta. Los muebles de las grandes casas se heredaban de padres a hijos al igual que los escritorios y archivos de oficinas. La explosión del mueble vino con los pisos que ofrecían las nuevas barriadas, donde se le intentaba sacar provecho con mobiliario cada vez más funcional.
Los tiempos han cambiado y hoy, aunque las viviendas tienen más metros, lo que prima es el confort y la funcionalidad. La vida laboral requiere que nuestras casas den el mínimo trabajo posible y para ello lo mejor es esa nueva tendencia llamada minimalismo, que en nuestra tierra se traduce en "cuantos menos tiestos mejor, menos hay que limpiar" y esa es la revolución de Ikea, la que ha hecho posible, gracias a esa simpleza, que donde quepan dos quepan tres, que los niños no echen de menos los viejos patios olvidando aquello de "eso no toca, aquí no se juega", donde cada uno pueda crear la propia república independiente de su casa. Tal como ocurrió hace años cuando el comercio de Jerez comenzó a vislumbrar nuevos horizontes solo es necesario que se busquen las fórmulas para que el pez gordo no se como al chico y que todos, comercio tradicional y grandes superficies, sean capaces de hacer verdad aquello de "donde caben 2 caben 3."
(Artículo publicado en Jerez Información el 24 de abril de 2010)
Antigua fotografía de la calle Honda de Jerez con un comercio de venta de muebles en primer plano |
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