jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ARTE DE SER CAMARERO

        Acaban los meses fuertes del verano y, de nuevo, en nuestra ciudad sube el paro, los datos nos dicen que estamos en más de 21.000 parados, el peor dato de la historia, que Agosto deja otros 840 desocupados en la ciudad y que ya hay 3.513 más que hace un año. Una cifra dramática porque, además, el Gobierno de la nación no ha tenido más remedio que reconocer que el balance puede empeorar en los próximos meses. En definitiva unas cifras que, no solo en Jerez sino también a a nivel nacional, aportan los dato más negativos que se dan en España desde 1998. Más de dos millones y medio de parados en todo el territorio nacional.
   
    El sector servicios encabeza la lista de nuevos desempleados, le sigue la construcción, la industria y la agricultura. En Jerez la escalada del paro es imparable y , como ya viene siendo habitual, crece el paro en la construcción y en los servicios, que son quienes se han llevado la peor parte. Dentro del sector servicios, la hostelería es una de las ramas a las que más le afectan las temporadas altas por el índice de contrataciones pero ,con el contrapunto del reguero de nuevos parados en los meses que llegan tras el verano.
   
    La tradición hostelera en esta ciudad se remonta a tiempos antiguos, principalmente por la influencia del comercio de vinos. Años más tardes, concretamente a principio del pasado siglo XX las calles jerezanas se vieron concurridas de establecimientos de Cafés y Cervecerías, nombres como Fornos, el Café Universal, Café Cervantes, Café Central, Bar-Tolito, Café La Ina, Nuevo Bar, La Española, Tea-Room, Jerez Moderno o Bar Imperial en la calle Larga, entonces llamada Duque de Almodovar; o San Diego en Medina, Ideal Jerez o el Aperitivo en Santa María, El Bombo  en la Plaza del Arenal, La Campana en calle Gravina, La Mezquita en Algarve, la Candelaria en Bizcocheros o el Gallo frente a la Estación permanecen en la memoria de nuestros mayores y además dieron un elenco de profesionales camareros que aún hay quien los recuerda por su buen hacer y su exquisito trato con los clientes. Casi de esa época nos queda más reciente en la memoria, el restaurante El Colmado con toda su plantilla de excelentes empleados, La Moderna de la calle Arcos, la Antigua de Vega, la Alegría y el Bar Consistorio junto al Ayuntamiento. Una auténtica reliquia del pasado que debería estar catalogado como bien de interés cultural es la Parra Vieja, en San Miguel 9 , cuyo propietario en 1929 era Ceferino Marina Montes y que hoy sigue conservando ese regusto de antaño.
   
    La hostelería es un arte y eso lo saben muy bien los sufridores profesionales de este gremio tan sacrificado como poco valorado, lo saben aquellos camareros antiguos que consagraron su vida entre el mostrador y la mesa, entre las llamadas a base de palmadas y las servilletas en antebrazos, los de camisas blancas y pantalones a rallas, los de retahílas de tapas y los de los mostradores hasta altas horas de la noche aguantando al pesado de turno o dando compañía al que vive en soledad.
   
    Los Fernando Pacheco, Juanito el de las alcachofas, Manolito el de la Moderna, Juan el del Bar San Pedro, El Perla en su diminuto Bar Bizcocheros, Sambruno vendiendo caracoles, Primitivo del Colmado, Antonio del Gaitán o profesionales de la hostelería como Manolo Candela, Pazo o Padilla del bar Torito en la calle Medina, por solo mencionar algunos ejemplos de tantos como han hecho de la hostelería un arte. Porque para ser camarero de verdad hay que tener arte, nobleza  y mucha paciencia. Paciencia es lo que se necesita en el mundo laboral ante el alarmante desempleo o buscar buenos camareros para que, en entre copas y tapas, atiendan a los desesperados, por falta de trabajo, que buscan un poco de distracción en la barra de un bar, en esa segunda casa que desde siempre ha sido el bar cercano y el amigo camarero.
    (Artículo que publiqué el 6 de septiembre de 2008)



La calle Larga jerezana tuvo durante la primera mitad del pasado siglo XX numerosos bares, restaurantes y cafeterías. En la evocadora fotografía el popular Fornos enclavado en la esquina de la calle Larga con la plaza del Banco en un hermoso caserón decimonónico tristemente destruido para levantar el antiestético edificio que fuera antigua sede del Banco Vizcaya y hoy es un establecimiento textil.
    

  

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