viernes, 24 de junio de 2011

EL CORPUS Y LAS REPARADORAS


La Eucaristía ha dejado huella en Jerez, no sólo desde el fervor demostrado por los fieles católicos sino también en su historia y en su arte. Célebres eran los antiguos festejos del Corpus, los adornos de calles, plazas y balcones, los autos sacramentales y las celebraciones de carácter pagano. También la arquitectura jerezana nos ha dejado muestras de esa devoción al Cuerpo y la Sangre de Cristo, aparte del arte religioso, tan rico en cuanto a lo sacramental se refiere, existen en Jerez varios edificios civiles ornamentados con motivos eucarísticos, principalmente por el fervor de sus moradores qué hacían esculpir estos detalles en las portadas de sus casas. Así vemos símbolos eucarísticos tallados en piedra sobre las dieciochescas portadas de las casas número 14 de la plaza del Mercado y las dos de la plaza del Mamelón, esquina con Eguiluz, una representando un ostensorio y la otra, más rica en decoración, con el cordero místico sobre el libro de los siete sellos. También en la plaza de los Ángeles, esquina con Murillo, existe una casa  con una custodia sobre la portada principal.
Pero no se necesitan siglos de historia para que el arte, la categoría y lo bello se den la mano. Un ejemplo de arquitectura moderna pero de una categoría, un gusto y una dimensión espiritual impresionante; un lugar donde el Corpus está presente todo el año, es la Iglesia de las Reparadoras, construida gracias a la generosidad de doña María Josefa Domecq Núñez de Villavicencio, religiosa de la congregación.
Sólo hay que traspasar su espléndido cancel para asegurarse que ante aquella soberbia nave nadie puede quedar impasible. Todo en esta iglesia es de buena calidad, el diseño de Aníbal González, la ejecución de-Aurelio Gómez Millán, el trabajo de los ladrillos, la ebanistería, la plata de su retablo llevada a cabo nada menos que por Fernando Marmolejo, Manuel Villarreal y Manuel Gabella bajo la dirección del insigne Cayetano González, las tallas de Pinto y las hermosas vidrieras. Pero si algo hace sobrenatural el interior de este edificio jerezano no es tanto arte junto y con tanto gusto ejecutado, son esas monjas de toca blanca que más que dan sentido a este lugar sagrado rinden culto a lo sublime, porque sin ellas, sin sus oraciones, sin sus voces y sus cantos, este templo seguiría lleno de belleza pero le faltaría algo muy importante para elevar el espíritu, le faltaría vida.
Las monjas de las Reparadoras, la comunidad de Adoratrices del Santísimo Sacramento que hoy ocupan este convento, son un auténtico remanso de paz, en el Jerez medieval. Yo que he tenido la suerte de tratarlas en varias ocasiones y puedo asegurar que-Jerez tiene un tesoro en la plaza de los Ángeles, o mejor los ángeles tienen plaza en Jerez, porque traspasar las puertas de aquel convento es alcanzar un sosiego y un bienestar, es contagiarse de una felicidad, de un estado interior que, para los que vivimos en la vorágine del día a día nos cuesta mucho entender.
Mirar hacia dentro de este convento jerezano, como de tantos otros, es sentir algo para muchos incomprensible, para otros inadmisible en este mundo de productividad y materialismo, y para, desgraciadamente, los menos, aquellos que somos sensibles a lo sublime, un gozo inexplicable de contar.
Mañana, para los católicos, el cuerpo de Cristo saldrá a la calle y en el convento de las Reparadoras habrá unas monjas que la procesión, de seguro, la llevan por dentro.
            (Artículo publicado en Información Jerez el 28 de mayo de 2005. Hoy tendrá lugar en la iglesia de las Reparadoras un nuevo acto Eucarístico de preparación para la festividad del Corpus)

Claustro del convento de las Reparadoras


Alzado original del remate de la fachada del templo. Año 1935.




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