jueves, 2 de junio de 2011

LOS CHINOS DEL ARENAL


             En esta pasada semana se han colocado los últimos chinos del pavimento de nuestra plaza del Arenal. Esos chinos que, tras un trabajo de chinos, han vuelto a formar esa sin par alfombra, con dibujos de mantos bordados, tan característica de nuestra emblemática Plaza Mayor. Y han vuelto a su lugar de siempre, junto al general, ese que nos guste o no, forma parte insustituible de la filosofía de tan jerezana plaza porque un día decidieron los jerezanos ponerlo allí y de allí nadie lo quitó, ni la república, ni la dictadura, ni la transición, ni la democracia; porque lo que es eminentemente jerezano debe permanecer por encima de los regímenes políticos o las ideas del momento; y esa estatua, rodeada de chinos, es de Jerez, estampa de Jerez, puesta ahí por los jerezanos porque así lo creyeron en su momento y porque la historia, con sus luces y sus sombras, no la borra nadie por mucho que se quiten o se pongan monumentos.
La jerezana plaza del Arenal no ha estado completa hasta que en su centro se colocó de nuevo un jerezano montado a caballo con el porte y el empaque que sólo esta tierra sabe hacerlo. Y tampoco hubiese estado rematada si le faltaran esos chinos de su histórico suelo, esos chinos de Jerez, que representan tantas cosas, desde el arte hecho dibujo prodigioso hasta la tortura para quienes sus pies ya no aguantan más dificultades. Los chinos del Arenal son un palpitar de un corazón de la ciudad que, a veces, no aguanta más la difícil circulación de sus venas y arterias, son esas chinitas que se le ponen a su propio desarrollo cuando los organismos regionales o nacionales no son del mismo grupo sanguíneo o cuando nos toca la china a los jerezanos teniendo que aguantar incompatibilidades municipales con RH siempre negativo para la ciudad.
            Viendo colocar esos chinos, uno a uno, con esmero y dedicación, casi con mimo, es la mejor manera de entender lo importante que es la plaza del Arenal para los jerezanos, lo que significa todos y cada uno de sus elementos y como esa forma, casi arcaica, de culminar una obra, piedra a piedra hasta formar un conjunto admirable, es todo un ejemplo, porque indica que las cosas bellas merecen un trato exquisito y por muy simple y tosca que parezca una piedrecilla, juntas, bien puestas y con buena base, se logra construir cosas de categoría.
Que nadie olvide que los chinos de la plaza del Arenal tienen su importancia porque son parte de ese corazón de la ciudad que palpita al mismo ritmo de sus ciudadanos, los chinos del Arenal no son ni los turistas orientales que con plano en mano buscan despistados la Alameda Vieja, ni ningún cuento de esos que nos hacen creer cada vez que llegan unas elecciones, porque esos chinos ya se han terminado de colocar, son mucho más que unas piedrecillas lavadas. Porque, si esas piedras hablaran, quizás se entendería más a este Jerez que algunos dirigentes no quieren escuchar. De aquí a Pekín no hay chinos que mejor se entiendan que los de la plaza del Arenal, porque son esos chinos los que nos hablan de un Jerez auténtico, en sepia, de fotógrafos con cortinitas y trípodes de madera, de recepciones de jefes de estado, de grandes picos de pan y roscos de Semana Santa, de confites y campanadas de Noche Vieja, de mozalbetes en la fuente por ascenso xerecista, de grandes acontecimientos religiosos, de carreras de caballos y ferias literarias.
Los chinos del Arenal han visto eso y mucho más porque para eso son la gran muralla hecha piedra a piedra, para proteger a ese gran corazón de la ciudad, un corazón que ha sido operado para ponerlo como nuevo, para que su palpitar sea tan potente, como la propia ciudad a la que le da vida.
Y porque no podía ser de otra manera, los chinos del Arenal han terminado de colocarse en su sitio dibujando el escudo de las olas, los leones y los castillos, ese escudo que un rey sabio quiso dar a Jerez y que hoy luce ante el general con arte para dar y tomar, con el mismo que pisan los tacones jerezanos la plaza del Arenal.
(Artículo publicado en Información Jerez el 1 de julio de 2006 en referencia a la finalización de las últimas obras acometidas en la plaza del Arenal. En estos días este emblemático enclave jerezano ha vuelto a ser noticia, por una lado por la acampada del Movimiento del 15 M y por otro por las manifestaciones del nuevo gobierno municipal con respecto a la intención de convertir la plaza del Arenal en el motor del centro urbano.)


Obreros esmerándose en la terminación del pavimento de chinos de la plaza del Arenal en la última obra.


Hermosa perspectiva de la jerezana Plaza del Arenal con la belleza de sus jardines, sus nobles edificios, algunos ya desaparecidos y su alfombra de chinos formando sus singulares dibujos. Una imagen del ayer alterada con el paso del tiempo.


La plaza del Arenal a principios del pasado siglo XX, sin el monumento a Primo de Rivera, sin las nuevas edificaciones al inicio de la calle Lancería, sin el Gallo Azul al fondo y sin nada que perturbara la armonía de la plaza.



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