viernes, 15 de octubre de 2010

UN PALACIO PARA LOS CINCO SENTIDOS



    Existe en Jerez un palacio escondido en su casco histórico, en una zona que no termina de despegar, solo con algunos valientes que han sabido sacar provecho a viejos inmuebles de interesantes restos arquitectónicos y otras casas que permanecen cerradas desde que sus propietarios y vecinos prefirieron dejar atrás el barrio para trasladarse a las nuevas barriadas. Este palacio conocido por el de Camporreal, y antiguamente de Benavente, es un gozo para los sentidos con su señorial fachada neoclásica de José de Vargas, su patio renacentista, su interesante escalera, su jardín, su patio chico y su bodega. Un palacio al que no le falta de nada, ilustres visitantes, tesoros ocultos y hasta sus fantasmas, que recorren de vez en cuando las escaleras y pasean de noche por las angostas calles adyacentes. 
   
     El  patio es un referente del renacimiento más elegante, un patio levantado hacia 1545 por el comendador don Pedro de Benavente Cabeza de Vaca, un patio que se encuadra dentro de un palacio llamado de Camporreal por el marquesado que lo habitaba y que, desde hace unos treintas años, mima y cuida como nadie los actuales vizcondes de Almocadén. A este patio, imperio de los cinco sentidos,  le llegó, hace unos días, el sentido que le faltaba, tenía gusto a raudales, exquisitez en el tacto, abolengo para el olfato y placer para la vista, pero a su callada belleza le faltaba, para el deleite de los oídos, la musicalidad de los grandes compositores clásicos.
     
    El patio de Camporreal fue levantado cuando el gusto y el humanismo estaba en todo su apogeo,  con sus arcadas menores y mayores, sus columnas de mármol con capiteles blasonados y su planta alta con crujías del XVII, en su interior se paladea el gusto por mantener un estilo que se revaloriza con el tiempo, con el mismo regusto que el tiempo le ofrece a los buenos vinos. Todo el conjunto del palacio denota un tacto exquisito en su restauración y conservación, en la calidad de sus tejidos, sus nobles maderas, sus tapices, sus cortinajes y alfombras. Una casa cuya antigüedad se remonta a los tiempos de Alfonso X, siempre en manos de la misma familia, tiene que oler forzosamente a nobleza, a historia y a tradición, por todos sus rincones, una casona que desprende olores a linajes de la reconquista, a caballeros veinticuatro, a apellidos ilustres, a los Benavente, a los Cabeza de Vaca, a los Zurita, a los Osorio, a los Villavicencio y finalmente a los Domecq, a los Domecq del Jerez y del brandy, y a los Domecq de América, donde el padre del actual propietario creó esa marca única de Domecq-México, con la ayuda de Ariza, y que de haberse consumido en más cantidad hoy, de seguro, habría evitado tanta gripe como azota al país azteca.

     El palacio de Camporreal es un gozo para la vista, una vista que se recrea en la belleza de las enjutas de los arcos, donde se despliega un complejo y denso programa iconográfico, retratos, virtudes y ,uno muy especial, el de una figura femenina de espaldas con flauta y partitura musical que muy bien pudiera ser un presagio de lo que aconteció hace unos días en este hermoso marco: la música,el oído que faltaba para este imperio de los sentidos del Jerez intramuros. La música clásica orquestada a beneficio del hogar-La Salle puso la nota de abolengo para completar tan hidalguía de esta joya del patrimonio local que hoy permanece en pie gracias a la iniciativa privada, la de un matrimonio Manuel Domecq y Carmen López de Solé, vizcondes de Almocadén, que con una sensibilidad suprema son todo un ejemplo de cariño y  entrega a la conservación de un palacio que es un lujo para la ciudad y para los cinco sentidos.

     Que se repita la música en Camporreal  y que nunca falte la constancia de su conservación en sus propietarios porque la constancia es la virtud por la que todas las obras dan su fruto y, como diría Séneca, noble se puede llamar al que por su naturaleza es inclinado a la virtud. y no hay más nobleza que regalar amor a lo que merece la pena amar y compartir la belleza por medio de los cinco sentidos.
   

     (Artículo publicado en Información Jerez el 9 de mayo de 2009)

Patio renacentista del palacio de Camporreal


Don Manuel Alfonso Domecq-Zurita, Vizconde de Almocadén, en uno de los suntuosos salones del palacio de Camporreal del que es propietario.




1 comentario:

  1. Estoy interesada en la linea genealógica de los Campo Real desde Luis de Valenzuela y Marrujo.

    Agradecería cualquier información.

    Mi correo es ptorrijos@gmail.com

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