Bergen es la segunda ciudad del país noruego e importante centro de comunicaciones, enclavada en un atractivo lugar rodeado de colinas goza de un clima suave pero siempre lluvioso, es la ciudad más lluviosa de Europa, tiene una precipitación total media de 2.250 mm al año y llueve unos 275 días anuales.
Bergen es conocida como la ciudad de la lluvia, hasta el 18 de enero de 2007 hubo un periodo de 80 días consecutivos de lluvia, el más largo que figura en los registros de la ciudad. Durante años tuvieron maquinitas expendedoras de paraguas y existían varios tipos de ellos, para lluvias leves, para fuertes y para torrenciales.
Se cuenta la anécdota de que en cierta ocasión un turista le preguntó en Bergen a un niño que cuando dejaría de llover y el niño le contestó que no lo sabía puesto que solo tenía doce años. El caso es que a pesar de la fama de Bergen con la lluvia existe una localidad en Noruega, llamada Bronnoysund, que le gana, pues suele llover, nada más y nada menos que durante 358 días de media al año.
Aquí cerca , lo más parecido lo tenemos en Grazalema que recoge 2.300 mm al año, pero con la diferencia de que los periodos de lluvias no se extienden a todo el año.
Jerez no es Bergen, por lo menos no lo era. Jerez ha sido, en tiempos pasados la Carrera del Darro cuando en la actual calle Honda existían pequeños puentecitos para salvar las aguas o cuando los curtidores trabajaban sus pieles en aquel arroyo que se taponó para embellecer el entorno de nuestra actual catedral; fue puerto fluvial cuando los barqueros faenaban cerca de la Ermita de su santo patrón San Telmo; o más recientemente Jerez ha sido un simulacro de la ciudad de Venecia cuando hasta las góndolas podían pasear por la Porvera cada vez que había un buen chaparrón, y en estos últimos días los alrededores de Jerez se han convertido en una nueva Albufera valenciana en torno al Guadalete, llenado de agua cañizos y sembrados.
Jerez ha podido parecer todo eso pero, por supuesto, nada que ver con la ciudad noruega, donde naciera el insigne compositor Edward Grieg, la Bergen que es pórtico de los apasionantes Fiordos.. Jerez no es Bergen porque aún conserva el milagro de la primavera, la luz y el color del sur, la vida y la alegría de esas gentes que viven hacia fuera porque la bonanza de su clima lo permite.
La lluvia de estos días atrás, tan continuada, tan triste, tan apagada, tan insistente, tan "jartible", como diríamos aquí, nos ha deparado un Jerez distinto, más parecido a ese Bergen perdido en el norte de Europa, o a ese Londres tan unido por historia y comercio a nuestra ciudad..
Una ciudad con ansia de luz, con sus planas azoteas desafiando los calores del astro rey, con sus macetas de geranios, con sus naranjos pregonando con el olor y la belleza del azahar el tiempo de vísperas, con la vida que nos ofrece esa la luz que da nombre a toda nuestra costa y con ese sol que aquí embotellamos para alegría del mundo, no se ha configurado para vivir entre nubes.
Las nubes y la lluvia se han equivocado estos días de itinerario. Es tiempo ya de luz, de sol y de otras temperaturas. A ver si hasta el tiempo colabora y de una vez por todas podemos, incluso con el clima, volver a ser lo que siempre fuimos porque, afortunadamente, ya es primavera.
(Artículo publicado en Información Jerez el 20 de marzo de 2010. Se acerca la primavera y, un año más, parece que el tiempo empieza a empeorarse con días de lluvia)
Los cambios de tiempos siempre han traído fuertes lluvias. En la imagen la Porvera en las inundaciones de septiembre de 1979 |
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