miércoles, 5 de enero de 2011

ACERTAR CON LOS REGALOS


    

     Hace unos meses me llegó un escrito en el cual se incidía sobre la importancia de no equivocarse a la hora de hacer un regalo. El escrito en cuestión decía así:

     “Un amigo mío fue a Madrid sabiendo que su novia necesitaba unas gafas. Encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.

      Después de ver unas cuantas se decidió y le compró unas. La dependienta se las envolvió y las pagó, pero al marcharse, en lugar de coger la caja con las gafas, cogió otra muy parecida que había al lado, y que contenía unas bragas que algún cliente de las que estaban en la óptica se acababa de comprar.

      Mi amigo no se dio cuenta de la equivocación, así que se fue directamente a correos y le envió la caja a su novia junto a la carta. La novia recibió el paquete y quedó perpleja por el contenido, así que leyó la carta para ver si encontraba en ella alguna explicación. La carta decía:

     Querida mía:

     Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacían, ya que llevas mucho tiempo con las otras viejas que tenías y estas cosas se deben cambiar de vez en cuando.

     Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran de última moda y me enseñó las suyas, que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, cogí y me las puse allí mismo. No sabes como se rió la dependienta, porque estos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos, y más a mi, que ya sabes que tengo unos rasgos muy alargados.

     Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo viera el efecto que hacían. Las vi estupendas, me decidí y las compré.

     Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos, y , en fin a todo el mundo para ver que dicen. Al principio te sentirás un poco rara, acostumbrada a ir con las viejas, sobre todo ahora, que has estado un tiempo sin llevar ninguna. Si te están pequeñas me lo dices, porque si no te van a dejar señal cuando te las quite para salir a la calle y todo el mundo va a notar que las tienes. Ten cuidado también con que no te estén grandes , no vaya a ser que vayas andando y se te caigan. Llévalas con cuidado y, sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y perderlas, que eres muy despistada. Además como tienes la costumbre de llevarlas en la mano para que todos puedan apreciar tus encantos….

     En fin, para que te voy a decir más. Solo que estoy deseando vértelas puestas. Creo que este es el mejor regalo que podía hacerte, cariño..”

    Hoy es el gran día de los regalos y mañana se verá el resultado de tantas vueltas, de tantas consultas y de tanto mirar el presupuesto. Hoy es el día en el que los Reyes Magos intentan que no le falle su magia para acertar con el regalo que le ilusiona a cada uno.

    Antes los Reyes Magos poco se podían equivocar porque, en Jerez, los regalos los encontraban en Álvarez, en el tornero de la calle Levante, en la fábrica de juguetes de la calle Medina, en la Ciudad de Santander de la calle Larga y en pocos sitios más; y para los mayores todo estaba solucionado con acudir a Mafalda, a la Casa Rosa, a Eureka, a Armando, a joyerías de siempre y a tantos comercios tradicionales, la mayoría de ellos ya desaparecidos. Siempre se acertaba porque había poco donde escoger.

     Hoy ,cuando las marcas y las variedades de modelos nos desbordan y nos vuelven locos, es peligroso hasta regalar porque, como le pasó al amigo de Madrid, una simple equivocación puede costarte un disgusto. Que la ilusión y la suerte nos acompañe

     (Artículo publicado en Información Jerez el 5 de enero de 2008)


La Ciudad de Santander, de Álvarez y Fernámdez, fue uno de los más clásicos negocios ubicados en la calle Larga jerezana. En sus escaparates se acumulaban en estas fechas todo tipo regalos y juguetes.


La calle Algarve era ya a principios del pasado siglo XX un enclave obligado para las compras navideñenas. En esta antigua fotografía se puede ver en la confluencia con la calle Remedios la papelería que perduró hasta hace pocos años en una esquina y en la otra el noble edificio donde estuvo la afamada y prestigiosa Eureka, hoy ocupado por un tienda de ropa juvenil.
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