EN EL TERCER ANIVERSARIO DE SU DESAPARICIÓN
El pasado fin de semana el recordado cine Luz Lealas se llenó de luz por última vez, no fue aquella luz que nos indicaba que la sesión había terminado, cuando su hermosa sala se encendía para dar paso a nuevos espectadores. El pasado fin de semana nuestro cine Luz Lealas se encendió y se incendió, como aquel coloso en llamas que tantas salas cinematográficas llenara y como aquella fiebre del sábado noche, que colapsó su taquilla y calentó el ambiente de tantas discotecas hace ya unas décadas.
La última luz del Lealas llenó el final de aquella calle que un día diera fama a las hijas de Leal y fundió la plata de su barriada en un alo de tristeza y añoranza. El Lealas era el cine que más desprendía juventud de todos los clásicos de Jerez, con aquellos adornos de forja y sus ladrillos rojos, su pasillo frente a la cantina donde se espera con ansia la salida de los asistentes, su empinada y hermosa escalera frente a la entrada que conducía a los servicios, y su amplia y panorámica pantalla que nos embutía, desde el primer momento, en la espectacularidad de cuanto allí se proyectaba.
De los cuatro fantásticos el Luz Lealas era el más juvenil, los otros tres, el Villamarta era el abuelo aristócrata, el Riba fue el gran hermano incomprendido que despreciamos sin apenas conocer su rotundidad y su sinceridad con el entorno, el Jerezano que sigue siendo la niña bonita, protegida, pero parodogicamente abandonada, y por último el Lealas, como era popularmente conocido, tan moderno y despreocupado que al final ha sido víctima de su propia dejadez. Junto a ellos, esos primos hermanos que desaparecieron victima del olvido como el Delicias, y el Valeria; y los perdidos aún más en el tiempo como el Maravillas, el Astoria, el Terraza Tempul, el Cinema X, el Salón Jerez, el Jerezano de verano, el Gran Cinema, el San Telmo, el Santiago, el San Mateo, el España y tantos otros que se nos alejan en la memoria de los tiempos.
Las tardes de cine, en el Jerez sin Multicines y micro salas, videoclub e Internet, era todo un acontecimiento, se esperaban estrenos con ansiedad, no importaba las enormes colas que se formaban para alcanzar a ver a las películas de moda, se abastecía uno bien de palomitas y chucherias, y se esperaba con cierta inquietud el toque del timbre mientras se contemplaba los carteles de las producciones que estaban por llegar.
Luego el acomodarse en un buen sitio, sin nadie cabezón delante que te tuviera la cervical fastidiada y esperar, mientras se contemplaba la amplitud y grandiosidad de la sala, que comenzara a hacerse realidad la magia del mundo del celuloide.
Pues todo eso y mucho más fueron testigos los muros hoy calcinados del Luz Lealas, cuantas miradas llenas de fantasías de niños quedaron para siempre en aquel espacio que cobraba vida cuando la luz se apagaba, cuantas bocas tapadas al finalizar la sesión para que el contraste del frío de la calle no hiciera mella en las gargantas, cuantos primeras salidas en pandilla, cuantos noviazgos nacerían bajo esa cubierta que el fuego devorador acaba de echar abajo, cuantas historias de taquilleros, cantineros, acomodadores ha dejado atrás este cine Luz Lealas que ahora, al igual que ya ocurriera con tantos otros, no ha podido permanecer al paso del tiempo ni a los nuevos avances de la técnica.
Según datos del Ministerio de cultura el cine español sigue perdiendo espectadores año tras año, pero como dice Terenci Moix hay algo que no puede terminar cuando la farsa acaba y, en el caso del cine, ese algo nos recordará siempre como fuimos algún día en una remota sala oscura que ya ni siquiera existe. Por esta facultad de restituirnos algo de nosotros mismos, el cine vulnera su condición inicial de máquina y se convierte en paladín de la conciencia. La memoria de la auténtica luz del Lealas nos acompañará siempre.
(Artículo publicado en Información Jerez el 19 de enero de 2008, una semana después del lamentable incendio que acabó con el cine Luz Lealas)
Tiempos en el que el recordado cine Luz Lealas estaba lleno de vida. El añorado cine Lealas (Foto José Luis Jiménez) |
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