José Esteve y López fue un arquitecto innovador, introduciendo en Jerez el uso del hierro forjado para edificios públicos. Este valenciano, catedrático de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, llegó a nuestra ciudad en 1854 para ocupar el cargo de arquitecto municipal. Cuentan los historiadores que, debido a la precariedad de las arcas municipales, trabajó desde 1862 a 1864 de forma gratuita lo que le valió el aprecio general tanto de la Corporación jerezana como de toda la ciudadanía. Además de las distintas restauraciones que tuvo que acometer, sus obras más emblemáticas fueron la Plaza de Toros, el desaparecido cuartel de Tempul, la espléndida capilla del colegio de la Compañía de María y , por supuesto, el Mercado Municipal de Abastos.
El Mercado de Abastos comienza a fraguarse en torno a 1840, pero no será hasta 1874 cuando se inicien las obras, inaugurándose en 1885. El edificio se levanta sobre los antiguos terrenos del convento de San Francisco y en él predomina el uso de la piedra, la cerámica, los cristales y el hierro, un material empleado para construir integramente la nave del pescado.
La nave del pescado ha vuelto, estos días, a su puerto, al corazón de esa "plaza" donde late la vida de la ciudad. Allí ha vuelto la nave remodelada con todo el atractivo de las cosas del mar, cargada de atunes, almejas, chocos, lenguados, gambas, con los marineros de siempre, vestidos con sus uniformes de delantal blanco y gorros impecables, "pescaeros" de piel curtida por el trabajo diario, hombres de lonja que han tripulado esas pequeñas embarcaciones, con mostrador y peso, de la que son patronos, combatiendo temporales y tempestades, saliendo adelante como lobos de mar de tierra adentro. Una nave cargada de pescado de calidad dispuestos a ser desembarcados en los hogares jerezanos.
La tripulación de la nave del pescado ha vuelto a ocupar su sitio de siempre, el que cada uno domina y al que hay que acudir si queremos encontrar la calidad, el precio y el trato al que acostumbran. Ya no hay filtraciones de agua, que hagan peligrar la nave, ni tuercas oxidadas, ahora todo está nuevo, como lo dejó Esteve, todo está de estreno, como la vieron nuestros antepasados un 25 de Abril de 1885 cuando el singular edificio quedó inaugurado. Cerca de 125 años contemplan el trajín de un mercado que no solo ha sido referencia del comercio jerezano sino que, también se ha convertido un atractivo turístico más de la ciudad.
En unas trescientas mil pesetas se presupuestó todo el edificio por primera vez, ahora el costo solo del arreglo de esta nave, ha sido muchísimo mayor, pero el trabajo realizado ha merecido la pena. Lastima que las administraciones no hubiesen actuado igual, cuando a mediados del siglo XX, hicieron caer la mitad del edificio del mercado para dejarlo mutilado y sin perspectiva desde la plaza que da nombre al insigne arquitecto que lo levantó. Hoy tendríamos un majestuoso Mercado de Abastos con unas proporciones y una armonía difícil de igualar.
Se hundió media Plaza, pero la otra media quedó en pie, como la estructura del Titanic, solo que esta otra ha logrado mantenerse a flote sin ir a la deriva. Ni la desidia, ni la falta de sensibilidad ha podido con ella y hoy la nave del pescado y cuantas la escoltan por esa ruta de los mares del abasto jerezano van recobrando sus antiguos esplendores. El armador José Esteve fue un innovador, esperemos que los nuevos capitanes y los tripulantes que, cada mañana, se suben a esas pequeñas embarcaciones que son el sustento de sus vidas, también sean lo suficientemente innovadores para que ningún pez gordo sea capaz de hundirlos.
(Artículo publicado en Información Jerez el 28 de junio de 2008. Con la llegada de las grandes superficies los comerciantes de "la plaza" se están planteando en la actualidad un horario de apertura más amplio que el habitual)
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